jueves, 22 de julio de 2010

Mi vida con Nicolás



El día de hoy estaba decidida en avanzar en mi proyecto de investigación de la maestría, desde ayer en la noche lo pensé seriamente y decidí que antes de que mis vacaciones se terminaran iba a trabajar en la investigación para no estar saturada de chamba después, pero a veces se me olvida que esto de ser mamá cambia de pronto los planes... mi niño ha estado despiertito por un buen rato, por lo que casi toda el día he estado ocupada atendiéndolo (no se mal interprete, me encanta hacerlo). 

Ahora que llegó su papá para ayudarme y por fin se durmió pensé retomar mis planes, pero mientras revisaba mis correos y mis redes sociales de pronto me llegó la inspiración y quise aprovecharla para escribir en el blog (luego la inspiración se escapa y es difícil volverla a encontrar). Así es que aquí estoy, sentada frente a la computadora, pensando en cómo ha cambiado mi vida en menos de dos meses, es verdaderamete radical, pero maravilloso.

Siempre he tenido miles de actividades que atender al mismo tiempo (la casa, dar clases, preparar clases, tomar clases, hacer tarea, la asociación civil, la familia, los amigos, los hobbies, los proyectos personales... en fin), pero ahora, aún cuando varias de ellas están en stand by, parece que nunca termino de hacer cosas y que el tiempo no es suficiente para hacerlas y, además, descansar... hay que ir más veces al super, lavar, tender, doblar y guardar más ropa; lavar y esterilizar biberones y chupones; cambiar pañales, dar de comer, bañar, poner a dormir, jugar, ejercitar, peinar y consentir a Nicolás. Increiblemente ahora logro hacer más cosas que antes y a veces no sé de dónde saco energía, pero nada más de ver a mi pequeño todo vale la pena.

También me he dado cuenta que mis sentidos se han afinado mucho más (bueno, la vista puede ser que no tanto), a pesar de lo sordita que solía estar, ahora escucho perfectamente cualquier sonidito que hace Nicolás, aún cuando estoy perdidamente dormida (cabe destacar que duermo como piedra) y el olfato (que siempre ha sido mi sentido estrella) sabe perfectamente cuándo es hora de cambiar un pañal.. es muy divertido ir descubriendo habilidades que no sabías que tenías y que solamente al momento de ser mamá descubres.

He descubierto que puedo amar de otra manera, que el cariño se puede sentir en la piel, en las manos... ver sonreir a mi niño después de estar completamente exhausta me ilumina el día y me da fuerzas para seguir cuidándolo, para levantarme a la mitad de la noche,  para dormir mucho menos horas de las que estaba acostumbrada, para dejar de hacer lo que estoy haciendo y, en pocas palabras cambiar mis prioridades. 

La relación con el papá de Nicolás ha cambiado se ha hecho más fuerte y más profunda, con mucho más significado que antes, ahora no sólo nos une el amor, la amistad, las cosas en común... ahora hay una personita que tiene una parte de cada uno y que genera un lazo más tangible y espiritual al mismo tiempo. Hemos tenido que aprender a vivir de otra manera, con otros horarios, con otras actividades y responsabilidades diferentes, y me parece que lo hemos estado haciendo muy bien. En definitiva, cuando se tiene un hijo, lo mejor es trabajar en equipo, de otro modo la crianza puede ser muy pesada y menos gratificante.

También las relaciones sociales han cambiado, con la familia los roles se modifican, pues tus papás se convierten en abuelos y los hermanos en tíos (lo mismo sucede con abuelos, tíos, primos) y como en nuestro caso Nicolás es el primer nieto de ambas familias, pues estamos aprendiendo a tener una nueva generación entre nosotros. Con los amigos ni se diga, las actividades sociales son las que mayor metamorfosis sufren pues ya no tienes la misma disponibilidad de tiempo, ni la energía para hacer las mismas cosas... así es que el reto es encontrar las maneras de mantener a tus amistades aún cuando la mayoría de ellos no sean padres.

En fin, hay tantas cosas que cambian que el recuento se vuelve interminable: el cuerpo (peso, talla, forma), la casa (muebles, distribución, decoración, limpieza), los hábitos (horarios, actividades, organización), las actitudes y valores (no hay de otra, se debe de madurar). Sin duda la transformación que se tiene cuando uno se convierte en padre no tiene comparación, más vale estar dispuesto y abierto al cambio, pues de otra manera debe de ser muy difícil de entender y aceptar. Gracias a Dios, creo que soy de esas personas con buena actitud ante el cambio, me adapto con facilidad, así es que este proceso se ha estado dando en buenos términos (nadie dijo que sería fácil) y ha traído mucho aprendizajes que seguirán acumulándose con los días.

Qué más puedo decir, los bebés son un milagro y como tales hacen que las cosas y las personas se transformen...  en proceso de metamorfosis, se despide La mamá de Nicolás.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu blog me gusta pero este es el mejor post que te he leido. ¡¡Vaya que la inspiracion te llego!! Bien bonito. Gracias por compartirlo con otras mamas internautas.

La mamá de Nicolás dijo...

¡Muchas gracias!

Gracias por leer mi blog y compartir tus comentarios

Ana dijo...

Hola!!
Acabo de conocer tu blog y me ha gustado mucho.
Aprovecho tambien para darte a conocer el mio http://creciendocondavid.blogspot.com/
Besos!