El año pasado el abuelo de Nicolás (el papá de su papá) comenzó a escribirle una linda cartita a Nicolás... en ese entonces todavía no sabíamos si nuestro bebé sería niño o niña (aunque yo siempre presentí que sería niño), así es que por ondas familiares de género nos referíamos a él como "lo bebé". Después de muchos eventos que sucedieron durante esa época y de los cuales hemos salido bien librados, el abuelo se dió a la tarea de terminar con el texto que había comenzado y hace unos días nos lo presentó y mandó por mail. Como de verdad pienso que es un hermoso gesto lleno de amor para Nicolás, me tomé el atrevimiento de compartirles la carta del abuelo en esta ocasión (esperando que a él no le importe que lo haga), así es que aquí se las dejo:
México, D. F. 21 de octubre 2009.
Lo bebé:
Ésta es la primera carta que alguien te escribe. Yo soy tu abuelo paterno y preferí escribirte, porque si te lo platico me pongo a llorar de la emoción, de saber que vienes en camino (dentro de la pancita de tu mamá ), como me pasó el día que tus papás nos avisaron en una reunión familiar de tus bisabuelitos Lucha y Chepe, el sábado 10 de octubre.
El mismo día que lo supe le pedí al Santo Niño del Cacahuatito que los protegiera: a tu mamá, a ti y a tu papá. Te voy a platicar quién es este niño de Mezquitic, San Juan de los Lagos:
Hace muchos años, antes de que llegaran los españoles a México, en el Occidente, Cihuatlampa (Lugar de las mujeres, lado femenino del mundo), además de venerar a La Mujer, festejaban también al fruto de su vientre: El Niño. Por ejemplo a Teopiltzintli, el niño Dios de Zapopan, Jalisco, o a Xochipilli, el niño florido de la zona chichimeca del sur de Zacatecas. Hasta nuestros días se venera por aquella región al Santo Niño de Atocha o al Niño de las Palomas. Por cierto, el Niño Dios, les regala juguetes en Navidad a los niños que viven por ahí. Los nahuas festejaban el 2 de febrero el nacimiento del sol, Huitzilopochtli, y todavía en ese día, el día de la Candelaria, se visten niños Dios y se bendicen en los templos.
Pues uno de esos niños, es nuestro muchachito: El Niño del Cacahuatito, que es el más pequeñito de todos, más chico que un dedo pulgar. Una pareja de ancianos lo encontró al abrir un pozo, lugar de donde brota el agua, donde brota la vida; fue en un Altepetl, un monte lleno de agua, al pie del cerro de la Santa Cruz, lugar sagrado por excelencia, símbolo del maíz y la fertilidad.
Allí, en Mezquitic se le rinde culto popular, reconocido por su ayuda a las parturientas para dar a luz con bien a sus hijos, por lo cual le llevan como agradecimiento mamelucos, chambritas y fotografías de las mamás cargando a sus bebes; lo van a saludar y visitar muchas personas indígenas que son extremadamente pobres, por eso los niños les llevan humildes juguetes.
Nosotros vamos a llevarle un regalo: un jaguar. Le vamos a llamar Miztli (puma) para que tu papá esté contento. Es un juguete que los niños usaban cuando llegaron los españoles. El jaguar es un felino, el “corazón de la montaña”, “Señor de los animales”, “huellas de lo divino”.
Y Nicolás, que eres tú, también pequeñito y muy bello, eres un milagro que Dios nos ha dado y por eso le agradecemos con el corazón en la mano.
Con amor para mis muchachitos.
Nicolás y El niño del Cacahuatito.
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