martes, 20 de abril de 2010

La lámpara de noche




Uno de tantos fines de semana de embarazo mi esposo y yo vagábamos por la ciudad cuando nos cruzamos por una de esas tiendas que venden de todo para arreglar la casa (ya saben cuales), unos días antes yo había estado leyendo algunas cositas en referencia al equipamiento que deberá tener el cuarto de Nicolás para el momento de su llegada y una de varias monadas (de verdad varias) era tener una lámpara de noche. Se supone que además de toda la luz natural que debe tener la habitación y el típico foco de techo que encontramos en cualquier casa, es recomendable tener una lámparita extra de menos intensidad (menos watts, jejeje) por eso de que habrá varios momentos en la oscuridad en que iremos a "checar" a Nicolás y no querremos despertarlo a media noche con reflectores que perturben su descanso.

Así es que, como ya estabamos por ahí, se nos ocurrió entrar a ver qué encontrábamos y de "casualidad" (así decimos las mamás cuando no queremos que se noten nuestras negras intenciones) encontramos una linda lámpara, de esas que parecen de acero inoxidable y que tienen una pantalla de vidrio como esmerilado así es que aprovechamos para comprarla y desde luego también adquirimos de una vez los focos necesarios para su funcionamiento.

Felices por nuestra compra, llegamos a nuestra casa y lo primero que hicimos fue desempacar la adquisición, ponerle su foquito y colocarla en un pequeño mueble que tenemos en el cuarto de Nicolás. La probamos y todo salió como lo esperábamos. Y así pasaron los días en los que la lámparita esperaba pacientemente la llegada de Nicolás para por fin ser estrenada y cumplir con su función de velar los sueños del bebé... peeeeeeeero no contábamos con Doña Cleme (la señora que nos "ayuda" a hacer el quehacer) que hoy dió término a los días de iluminación de la famosa lámpara que nunca llegó a conocer a Nicolás, pues en un brusco movimiento del trapeador (porque no vayan a pensar que Cleme tiró la lámpara, nooooo... fue el trapeador) salió volando por la habitación hasta caer en el suelo, donde irremediablemente su pequeña pantalla de vidrio se hizo cachitos, ahora sólo le sobreviven su foquito y el pedestal.

Total que el gusto nos duró muy poco y Doña Cleme vió reducido su ingreso semanal pues, después de múltiples (un chingo y dos montones) de accidentes domésticos (platos, vasos, adornos y ropa fallecidos) era hora de que se mochara con una lana para reparar los daños acontecidos (sobre todo porque la famosa lámpara era nueva y no muy barata que digamos). 

Así es que tendremos que emprender de nuevo la aventura de ir a buscar una lámpara de noche para el cuarto de Nicolás y, una vez que la hayamos establecido en su lugar, habrá que darle la bendición para que sobreviva por más tiempo.

Saludos a todas las mamás que tienen una Doña Cleme en sus hogares, Dios les dé paciencia, tolerancia y comprensión (jajajaja), les desea de manera solidaria La mamá de Nicolás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:O
esa doña Clemen
la próxima lamparita, igual de mona, pero de plástico ;)

Anónimo dijo...

Ya sé que le voy a regalar a la mamá de Nico!!! una lámpara / móvil increíble que vi el otro día que fui a comprar un regalito para otra má.