Ahora que estuvimos de vacaciones en las Bahías de Huatulco, mis suegros y yo nos dimos una escapadita al pueblito más cercano a nuestro hotel, La Crucecita (Nicolás y su papá se quedaron en el hotel a ver el football). En realidad el pueblo no tiene mucho tiempo de existir (aunque la población indígena -zapotecas- tienen muchísmos años viviendo en la zona), y la población es muy pequeña, por lo que no hay mucho que visitar.
Conocimos la plaza principal, su pequeño templo y el mercado de artesanías, en el que compré unos pequeños alebrijes, artesanía típica de Oaxaca. Para quien no sabe qué son los alebrijes, son creaciones imaginarias (combinación de animales y seres fantásticos), que los artesanos oaxaqueños hacen tallando madera y pintándolos de colores alegres (como acostumbramos en México). En lo personal me encantan, así es que en esta ocasión compré unos muy pequeñitos (los grandes son muy, muy caros). Quise compartirles unas fotos para que los conozcan, así es que aquí se las dejo.
Orgullosa de la artesanía mexicana, se despide La Mamá de Nicolás.
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